Enfermedades en la Biblia: castigos divinos y plagas

Lepra, epilepsia, fiebre, disentería, sarna y tuberculosis son una pequeña muestra de algunas de las enfermedades que aparecen en las Sagradas Escrituras.
Seis enfermedades que aparecen en la Biblia y que existen todavía a día de hoy

El segundo libro del Antiguo Testamento (Éxodo) señala que cuando Yahvé quiere castigar a la humanidad utiliza las enfermedades. Y es que fue precisamente así, a través de los castigos divinos, como nuestros antepasados explicaron la existencia de plagas que diezmaban grupos enteros de población.

La Biblia nos presenta el origen de las enfermedades íntimamente asociado al pecado, pero no es la única vía, ya que también pueden ser provocadas por un ataque enemigo o por un trato con Yahvé.

De esta forma, en el capítulo 1 del libro de Job se exalta la vida de este personaje, un hombre piadoso que no había cometido pecado alguno y al que satanás pidió a Yahvé que permitiera atacarlo, porque solo así se daría cuenta que Job lo quería únicamente por las riquezas que le había dado. En el libro se da cuenta del ataque satánico en el que pierde todas sus riquezas, sus hijos y la salud (Job 7:15).

El apóstol Pablo, por su parte, sufrió una terrible enfermedad que afligía su cuerpo y su alma hasta el punto que hizo rogar a Yavhé -hasta en tres ocasiones- que le curase. Sin embargo, la respuesta de la divinidad fue tajante: debía continuar con ella (Corintios 12:8).

Han pasado muchos siglos desde que la Biblia fue escrita, pero muchas de las enfermedades que aparecen en ella todavía no nos han abandonado.

Seis enfermedades que aparecen en la Biblia y que existen todavía a día de hoy. Foto: Istock

El origen de las enfermedades según la Biblia

A lo largo de la historia, la humanidad ha buscado explicaciones para las enfermedades que la aquejan. La Biblia, como uno de los textos más influyentes de la civilización occidental, ofrece una perspectiva única sobre el origen y la naturaleza de las enfermedades. En sus páginas, las enfermedades son a menudo interpretadas como castigos divinos o como pruebas de fe, y muchas de ellas aún persisten en la actualidad.

Enfermedades como consecuencia del pecado

La Biblia asocia frecuentemente el origen de las enfermedades con el pecado. Desde el Génesis, la desobediencia de Adán y Eva se presenta como el punto de partida de la imperfección humana, incluyendo las enfermedades. Este vínculo entre pecado y enfermedad se refleja en múltiples pasajes, donde las dolencias son vistas como una manifestación física del distanciamiento de Dios. Esta interpretación subraya la necesidad de la reconciliación con lo divino como un medio para alcanzar la salud espiritual y física.

En el Antiguo Testamento, las enfermedades se describen como consecuencia directa de actos pecaminosos. Por ejemplo, en Deuteronomio, se menciona que las enfermedades son castigos que Yahvé inflige a aquellos que se apartan de sus mandamientos. Este concepto resalta la importancia de la obediencia a las leyes divinas como protección contra las dolencias. La enfermedad, en este contexto, no es solo un mal físico, sino una señal de la relación entre el ser humano y su creador.

Además, el Nuevo Testamento también recoge esta idea, aunque con un enfoque más centrado en la redención y el perdón. Jesús, a través de sus enseñanzas y milagros, ofrece una visión de esperanza donde la fe y el arrepentimiento pueden llevar a la sanación. La conexión entre pecado y enfermedad se mantiene, pero se introduce el concepto de la curación espiritual como un camino hacia la salud.

Castigos divinos y su relación con las enfermedades

En la Biblia, las enfermedades son a menudo presentadas como castigos divinos destinados a corregir o castigar a la humanidad. Este enfoque se observa claramente en el libro del Éxodo, donde las plagas enviadas a Egipto son ejemplos de cómo Dios utiliza las enfermedades para imponer su voluntad. Estas plagas, que incluyen desde enfermedades de la piel hasta la muerte de los primogénitos, son representaciones de la ira divina y su poder sobre la creación.

El relato de Job es otro ejemplo significativo de cómo las enfermedades pueden ser vistas como pruebas enviadas por Dios. Job, a pesar de su rectitud, sufre una serie de desgracias, incluida una enfermedad dolorosa, como resultado de un diálogo entre Dios y Satanás. Este relato ilustra cómo las enfermedades pueden ser utilizadas no solo como castigos, sino también como pruebas de fe y resistencia. La historia de Job resalta la complejidad de la relación entre el sufrimiento humano y la voluntad divina.

Además, en el Nuevo Testamento, las enfermedades también se utilizan como ejemplos de la autoridad de Jesús sobre el mal. Los milagros de curación realizados por Jesús, como la sanación de leprosos y ciegos, demuestran su poder para revertir los castigos divinos y restaurar la salud. Estos actos subrayan la idea de que, aunque las enfermedades puedan ser vistas como castigos, también existe la posibilidad de redención y sanación a través de la fe.

Enfermedades bíblicas que persisten hoy

Biblia. Imagen Gemini
Las enfermedades también se utilizan como ejemplos del bien sobre el mal. Imagen: Gemini

Lepra: una afección antigua y actual

En la antigüedad, la lepra era vista no solo como una enfermedad física, sino también como un signo de impureza espiritual. Los leprosos eran marginados de la sociedad, obligados a vivir aislados debido al miedo al contagio y a las connotaciones religiosas de su condición.

La lepra es causada por la bacteria Mycobacterium leprae, una bacteria descubierta por el científico noruego GA Hansen, y aunque su tratamiento ha avanzado significativamente, sigue siendo un problema de salud en algunas regiones del mundo. En los tiempos bíblicos, la falta de conocimiento sobre su transmisión y tratamiento contribuía a su estigmatización. Las descripciones bíblicas de Jesús curando a leprosos destacan su compasión y su desafío a las normas sociales de exclusión, ofreciendo una lección de aceptación y curación espiritual.

Hoy en día, la lepra sigue presente, aunque en menor medida, gracias a los avances médicos. A pesar de que relacionamos esta enfermedad con sus manifestaciones cutáneas, no son las únicas, es más, el principal problema de la lepra a nivel clínico es la afectación neurológica. Y es que la bacteria provoca un daño irreversible a nivel de los nervios afectando fundamentalmente la sensibilidad y la movilidad. Sin embargo, el estigma asociado a la enfermedad persiste en algunas culturas, recordándonos la importancia de abordar tanto los aspectos médicos como los sociales de las enfermedades.

En el Evangelio de Mateo se puede leer: “en aquel tiempo al bajar Jesús del monte lo siguió mucha gente. En esto se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”.

Epilepsia y su mención en textos sagrados

En los textos bíblicos es posible encontrar la presencia de epilepsia y trastornos convulsivos en varios pasajes. Así, en Mt 4:24 se puede leer: “y se extendió su fama por toda Siria, y le traían todos los enfermos, los afligidos de diversas enfermedades y dolores, los oprimidos por demonios, epilépticos y paralíticos, y él los sanaba”.

La epilepsia es menudo asociada con posesiones demoníacas o estados de locura. En los textos sagrados, los episodios epilépticos son descritos como manifestaciones de fuerzas externas, reflejando la comprensión limitada de la época sobre esta condición neurológica. La intervención de Jesús, que cura a los epilépticos, se presenta como una liberación tanto física como espiritual, ofreciendo una nueva perspectiva sobre la enfermedad.

Actualmente, la epilepsia es reconocida como un trastorno neurológico tratable, aunque el estigma persiste en algunas comunidades. La evolución de su comprensión desde los tiempos bíblicos hasta hoy refleja el avance en el conocimiento médico y el cambio en las actitudes sociales hacia las enfermedades mentales y neurológicas.

En ocasiones se usa el término lunático como sinónimo de epilepsia o de cualquier comportamiento que se asemejara a la locura. En Mt 17:14-15 podemos leer: “cuando llegaron al gentío vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo que es lunático y padece muchísimo, porque muchas veces cae en el fuego y muchas en el agua”.

Disentería: de la antigüedad a nuestros días

La disentería —del griego dusentérion, dolor de entrañas— es una enfermedad infecciosa que afecta al intestino y que se caracteriza por la existencia de dolor abdominal tipo cólico y diarrea, habitualmente acompañada de sangre y mucosidad. Generalmente se produce por la infección de la bacteria Shigella o de una ameba, las cuales se adquieren tras el consumo de alimentos contaminados o agua sucia.

En la Palestina antigua, la falta de higiene y la contaminación del agua y los alimentos eran causas comunes de esta enfermedad. Los textos bíblicos reflejan una época en la que las enfermedades intestinales eran una amenaza constante para la salud pública. En los tiempos bíblicos, la falta de conocimiento sobre su transmisión y tratamiento hacía que estas enfermedades fueran peligrosas y a menudo mortales. La arqueología moderna ha encontrado evidencia de parásitos intestinales en antiguos asentamientos bíblicos, confirmando la prevalencia de estas enfermedades en la antigüedad.

Hoy en día, la disentería sigue siendo un problema de salud en regiones con acceso limitado a agua potable y saneamiento adecuado. La historia de esta enfermedad desde los tiempos bíblicos hasta la actualidad subraya la importancia de la higiene y el acceso a recursos básicos para la prevención de enfermedades.

Fiebre: un síntoma recurrente en la Biblia

En los textos sagrados, la fiebre se describe como un signo de enfermedad y se menciona en el contexto de las curaciones milagrosas realizadas por Jesús. En el Antiguo Testamento, la fiebre aparece como parte de las maldiciones que Dios inflige a los desobedientes, resaltando su significado como castigo divino.

El vocablo griego que se utilizaba para referirse a la fiebre era puretos, de pyros, fuego; mientras que en hebreo se denominaba kaddahath, literalmente ardiente. Se trata de un signo clínico relacionado con el aumento de la temperatura corporal y que puede aparecer en multitud de enfermedades, tanto infecciosas como inflamatorias. En Deuteronomio 28:22 la fiebre va acompañada de las palabras inflamación y ardor, y en el Nuevo Testamento se nos cuentan varios casos en los que Jesús cura a enfermos con fiebre, entre los que se encuentra, por ejemplo, la suegra del apóstol Simón Pedro.

En el Nuevo Testamento, Jesús cura a personas con fiebre, como la suegra de Pedro, demostrando su autoridad sobre la enfermedad. Estos relatos no solo destacan el poder de Jesús para sanar, sino también la importancia de la fe y la intervención divina en la recuperación de la salud. La fiebre, en este contexto, se convierte en un símbolo de la lucha entre el bien y el mal, y la capacidad de la fe para superar la adversidad.

Actualmente, la fiebre sigue siendo un indicador clave de muchas enfermedades, y su manejo es fundamental en la medicina moderna. La evolución de la comprensión de la fiebre desde los tiempos bíblicos hasta hoy refleja el avance en el conocimiento médico y la importancia de los síntomas como indicadores de salud.

Sarna: impacto y tratamiento en tiempos bíblicos

En los textos sagrados, la sarna es vista como un castigo divino, y su aparición se asocia con la impureza y la marginación social. En el Deuteronomio, se describe como una de las enfermedades con las que Dios castigará a los desobedientes, enfatizando su carga simbólica como señal de la ira divina. La sarna provoca un intenso picor y lesiones en la piel, y su transmisión es favorecida por el contacto cercano. En tiempos bíblicos, la falta de tratamiento eficaz y el desconocimiento de su causa hacían que la sarna fuera una enfermedad persistente y difícil de erradicar. La marginación de los afectados reflejaba el miedo al contagio y la asociación de la enfermedad con la impureza espiritual.

Se calcula que en estos momentos hay más de doscientos millones de personas en el mundo afectadas por la sarna, una enfermedad ocasionada por Sarcoptes scabiei, un ácaro microscópico que se introduce en la piel, depositando sus huevos, los cuales desencadenan una respuesta inmunitaria caracterizada por lesiones cutáneas y prurito intenso. Generalmente la sintomatología comienza en los pliegues del cuerpo, especialmente entre los dedos, las nalgas, codos y muñecas.

En el Deuteronomio Moisés les enumera a los israelitas las enfermedades con las que les va a castigar Dios:con forúnculos de Egipto, con tumores, sarna y tiña, de los que no podrás curarte”. En Job 2:7 podemos leer: “entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza”.

Tuberculosis: su presencia en textos religiosos

En el Deuteronomio, la tuberculosis se describe como una de las enfermedades que Dios infligirá a los desobedientes, reflejando su gravedad y su impacto en la salud pública de la época. La tuberculosis, causada por el bacilo de Koch, es una enfermedad que afecta principalmente los pulmones y se transmite por vía aérea.

En tiempos bíblicos, la tuberculosis era una enfermedad temida por su alta mortalidad y su capacidad para propagarse rápidamente en comunidades densamente pobladas. Hoy en día, la tuberculosis sigue siendo una de las principales causas de muerte por enfermedades infecciosas en el mundo, a pesar de los avances en su tratamiento. La historia de la tuberculosis desde los tiempos bíblicos hasta la actualidad resalta la importancia de la prevención y el tratamiento adecuado para controlar su propagación.

En esa arenga Moisés se refiere a otras enfermedades “Yahvé te castigará con tuberculosis, fiebre, inflamación, quemaduras, tizón y roya del trigo, que te perseguirán hasta que te mueras”.

Ejemplos de sufrimiento y fe

Muchos expertos se preguntan si, verdaderamente, Jesús existió alguna vez. Foto: Istock - Istock

El caso de Job y su sufrimiento

El relato de Job en la Biblia es uno de los ejemplos más conmovedores de sufrimiento y fe. Job, descrito como un hombre justo y piadoso, es sometido a una serie de pruebas que incluyen la pérdida de sus posesiones, la muerte de sus hijos y una dolorosa enfermedad en su piel. Estas pruebas son el resultado de un desafío entre Dios y Satanás, quien argumenta que Job solo es fiel por las bendiciones que ha recibido.

A lo largo de su sufrimiento, Job mantiene su fe en Dios, aunque cuestiona las razones de su dolor. Sus amigos intentan convencerlo de que su sufrimiento es consecuencia de algún pecado oculto, pero Job defiende su inocencia y busca una explicación divina. Este relato destaca la complejidad de la relación entre el sufrimiento humano y la voluntad de Dios, y la capacidad de la fe para sostenernos en tiempos de adversidad.

Finalmente, Dios responde a Job, no con una explicación detallada, sino con una reafirmación de su poder y sabiduría. Job, al reconocer la grandeza de Dios, recupera su salud y recibe nuevas bendiciones. La historia de Job nos enseña sobre la resiliencia, la paciencia y la importancia de mantener la fe incluso cuando enfrentamos pruebas aparentemente inexplicables.

Jesucristo como sanador en el Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento, Jesucristo es presentado como un sanador poderoso, capaz de curar enfermedades físicas y espirituales. Sus milagros de sanación son numerosos y variados, desde la curación de leprosos hasta la resurrección de muertos. Estos actos no solo demuestran su autoridad divina, sino que también reflejan su compasión por los enfermos y marginados de la sociedad.

Uno de los relatos más destacados es la curación de la mujer con flujo de sangre, quien, después de años de sufrimiento y aislamiento, toca el manto de Jesús y es sanada al instante. Este milagro subraya el poder de la fe y la disposición de Jesús para sanar a aquellos que buscan su ayuda con sinceridad. La sanación de esta mujer no solo restaura su salud, sino también su lugar en la comunidad, demostrando el impacto transformador de la fe.

Los milagros de sanación de Jesús también sirven como símbolos de su misión más amplia de redención y restauración. A través de sus actos, Jesús ofrece una visión del Reino de Dios, donde el sufrimiento y la enfermedad son superados por la fe y la gracia divina. Estos relatos nos invitan a reflexionar sobre la naturaleza de la sanación y la importancia de la fe en nuestra propia experiencia de enfermedad y recuperación

Entre las curaciones podemos encontrar: la de un endemoniado mudo, varios ciegos, la curación de la hija de la mujer sirofenicia, del paralítico en Cafarnaún, la del criado del centurión en Cafarnaún, la del hombre con una mano seca, la de la mujer encorvada, la de varios leprosos, la de la suegra de Pedro, la de la mujer con flujo de sangre, la curación de la oreja de Malco o la del enfermo con hidropesía.

La importancia de la fe en las curaciones bíblicas

La fe es un elemento central en las curaciones bíblicas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En muchos relatos, la fe se presenta como el catalizador que permite la intervención divina y la sanación. Esta idea se refleja en las palabras de Jesús a aquellos que sana: "Tu fe te ha sanado". La fe, en este contexto, no es solo una creencia pasiva, sino una confianza activa en el poder de Dios para transformar la enfermedad en salud.

En el caso de Job, su fe inquebrantable le permite soportar el sufrimiento y finalmente ser restaurado. Aunque cuestiona las razones de su dolor, nunca pierde la confianza en la justicia de Dios. Esta fe es recompensada con la restauración de su salud y sus bienes, demostrando que la fe puede sostenernos incluso en las pruebas más difíciles.

La fe también se destaca en los milagros de Jesús, donde aquellos que buscan su ayuda con sinceridad son sanados. La mujer con flujo de sangre, el ciego de nacimiento y otros personajes bíblicos muestran cómo la fe puede abrir la puerta a la intervención divina. Estos relatos nos enseñan que la fe no solo es importante para la sanación física, sino también para la transformación espiritual y la reconciliación con Dios.

Referencias y análisis

Biblia. Gemini
Algunas enfermedades son atribuidas a la influencia de demonios. Imagen: Gemini.

Enfermedades incurables y su interpretación bíblica

En la Biblia, las enfermedades incurables son a menudo vistas como desafíos que prueban la fe y la resistencia de los individuos. Estas dolencias, que en tiempos bíblicos carecían de tratamiento efectivo, son presentadas como oportunidades para demostrar la fe y la confianza en Dios. La historia de Job es un ejemplo de cómo una enfermedad aparentemente incurable puede convertirse en una prueba de fe y un medio para acercarse a lo divino.

La Biblia también ofrece una perspectiva sobre la naturaleza temporal de las enfermedades incurables, sugiriendo que la fe y la obediencia a Dios pueden llevar a la sanación espiritual, si no física. En el Apocalipsis, se promete un futuro donde no habrá más dolor ni enfermedad, reflejando la esperanza de un mundo redimido. Esta visión ofrece consuelo a aquellos que enfrentan enfermedades incurables, recordándoles que la fe puede proporcionar fortaleza y esperanza incluso en las situaciones más difíciles.

Enfermedades causadas por demonios según las escrituras

En los textos bíblicos, algunas enfermedades son atribuidas a la influencia de demonios o espíritus malignos. Esta interpretación refleja la comprensión antigua de las enfermedades mentales y neurológicas, que a menudo se consideraban manifestaciones de fuerzas sobrenaturales. Los relatos de posesiones demoníacas en el Nuevo Testamento, como el joven epiléptico curado por Jesús, ilustran esta visión.

La intervención de Jesús en estos casos se presenta como una liberación tanto física como espiritual, destacando su autoridad sobre las fuerzas del mal. Estos milagros no solo demuestran el poder de Jesús, sino que también ofrecen una nueva comprensión de las enfermedades, sugiriendo que la fe y la intervención divina pueden superar incluso las influencias más oscuras.

Hoy en día, la ciencia ha proporcionado explicaciones más precisas para muchas de las condiciones que antes se atribuían a demonios. Sin embargo, los relatos bíblicos de enfermedades causadas por demonios nos recuerdan la importancia de abordar tanto los aspectos físicos como espirituales de la enfermedad. La Biblia nos invita a considerar la complejidad de la experiencia humana y la necesidad de un enfoque holístico en el cuidado de la salud.

Razones bíblicas para la existencia de enfermedades

La Biblia ofrece varias razones para la existencia de enfermedades, que van desde el pecado original hasta los castigos divinos y las pruebas de fe. Estas explicaciones reflejan la comprensión antigua de las enfermedades como parte del orden moral y espiritual del mundo. En el Génesis, la desobediencia de Adán y Eva se presenta como el origen de la imperfección humana, incluyendo las enfermedades.

Los textos bíblicos también describen las enfermedades como castigos divinos, destinados a corregir el comportamiento humano y restaurar el orden moral. Este enfoque se observa en el Éxodo y el Deuteronomio, donde las plagas y enfermedades son utilizadas por Dios para imponer su voluntad. Estas interpretaciones subrayan la importancia de la obediencia y la reconciliación con lo divino como medios para prevenir y superar las enfermedades.

Referencias:

  • Mitchell PD, Wang T, Billig Y, Gadot Y, Warnock P, Langgut D. Giardia duodenalis and dysentery in Iron Age Jeruslalem. Parasitology 2023:150 (8):693-699
  • Gargantilla Madera, P. Historia de la medicina. Editorial Pinolia. 2023

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