La célebre física francesa de origen polaco, famosa por su trabajo sobre la radiactividad y dos veces ganadora del Premio Nobel, fue sin duda uno de los personajes más importantes de la historia contemporánea, y una de las mujeres más influyentes. La dificultad que suponía para las mujeres de esa época el hecho de obtener estudios superiores y destacar en determinados campos académicos multiplica su mérito, no solo como científica, sino como persona.
Primeros años y educación de Marie Curie
Infancia y formación académica en Polonia
Marie Curie, cuyo nombre de nacimiento fue Maria Skłodowska, vino al mundo en Varsovia, en una familia donde el interés por la ciencia era muy fuerte. Su padre ejercía como profesor de matemáticas y física, influyendo de manera determinante en el interés que ella demostraría por los campos científicos. Tras terminar el liceo ruso con una medalla de oro, las precariedades económicas la empujaron a trabajar como institutriz para costear sus futuros estudios, pese a las limitaciones que la sociedad de entonces imponía a una mujer en la ciencia.
A lo largo de esos años, Marie no solo enseñó a niños adinerados, sino que también se involucró en la formación clandestina de mujeres trabajadoras, inculcándoles nociones fundamentales de alfabetización en polaco. Este compromiso por la educación y la igualdad de oportunidades retrata la determinación de Marie para que las mujeres tuvieran un acceso real al saber. Desde sus inicios, se notaba su afán por derribar barreras y demostrarse capaz de todo pese a las adversidades.
Desafíos como mujer en la ciencia
Siendo la ciencia un ámbito dominado por hombres, Marie Curie debió enfrentar incontables obstáculos para desarrollarse como investigadora. En la Polonia de la época, las puertas de las universidades estaban cerradas a las mujeres, lo que la llevó a instalarse en París en 1891 para estudiar en la Universidad de la Sorbona. Allí, adoptó el nombre de Marie y asistió a las lecciones de científicos relevantes, como Paul Appel y Gabriel Lippmann.
Su vida en París no fue fácil. Vivía en una humilde buhardilla, donde pasaba frío en los duros inviernos y se veía obligada a economizar hasta el mínimo para sostener sus estudios. Pero su determinación la llevó a obtener el primer lugar en la licenciatura de ciencias físicas en 1893, y el segundo en ciencias matemáticas al año siguiente. Estos resultados, brillantes e inusuales para una mujer de aquel entonces, evidencian la dedicación y el talento innegables que poseía.
Trayectoria en la Universidad de la Sorbona
Primera mujer docente en la Sorbona
Rompiendo barreras, Marie Curie se convirtió en la primera mujer que obtuvo un puesto docente en la Universidad de la Sorbona. Tras el fallecimiento de su esposo Pierre Curie en 1906, la cátedra que había dejado vacante fue asignada a Marie, marcando un hito para la inclusión femenina en la educación superior. En 1908, ascendió a profesora titular, inspirando a numerosas estudiantes a seguir sus pasos, y evidenciando que la determinación y la excelencia podían superar la brecha de género que dominaba aquellos años.

Para ella, enseñar no se limitó a exponer contenidos. Marie motivaba a sus alumnos, mostrando cómo la ciencia se construye con esfuerzo y creatividad. Su imagen frente al aula, ocupando ese cargo académico, se convirtió en un símbolo de lo que una mujer podía lograr pese a los prejuicios. Su papel en la Sorbona resalta el impacto social que tuvo más allá de sus investigaciones, reforzando su carácter de pionera.
Investigaciones iniciales y el estudio del magnetismo
Antes de adentrarse en la radiactividad, Marie Curie orientó sus primeros estudios al magnetismo, trabajando en el laboratorio de Gabriel Lippmann. Fue allí donde perfeccionó técnicas de investigación y ganó la pericia necesaria para emprender indagaciones de mayor envergadura. Precisamente en esa fase, conoció a Pierre Curie en 1894, y juntos compartieron no solo sus vidas, sino la apasionante senda de la investigación científica.
Ese encuentro resultó decisivo: Pierre admiraba la agudeza de Marie y valoraba su constancia incansable. Su trabajo en conjunto inauguró un período de descubrimientos que rompería los límites del conocimiento, marcando el camino hacia la radiactividad, ámbito en el que Marie se erigiría como pionera y referente absoluto.
Descubrimientos científicos y contribuciones pioneras
Del magnetismo a la radiactividad
El salto de Marie Curie desde el magnetismo a la radiactividad fue determinante para la historia de la física. Siguiendo la pista de Henri Becquerel y sus experimentos sobre la emisión espontánea de radiación en el uranio, Marie se preguntó si otros elementos podrían mostrar el mismo comportamiento. Así constató que el torio también era radiactivo, iniciando un nuevo campo de estudio cargado de implicaciones científicas. Su método de trabajo se basó en la rigurosidad y la apertura a lo desconocido, cualidades esenciales en la ciencia.
Su capacidad de cuestionar la teoría imperante y de formular nuevas líneas de investigación permitió a Marie sentar las bases para la compresión de la radiactividad. Ella acuñó el término "radioactividad" y estableció procedimientos de medición que se convirtieron en estándar. Con ello, el estudio de la materia alcanzó otro nivel, generando preguntas que ayudarían a expandir el conocimiento sobre la estructura atómica en décadas posteriores.
Descubrimiento del polonio y el radio
En 1898, Marie Curie y su esposo Pierre anunciaron el descubrimiento del polonio (bautizado en honor a la tierra natal de Marie, Polonia) y poco después identificaron el radio. Para aislar estos elementos, procesaron grandes cantidades de pechblenda, extrayendo mínimas proporciones de las sustancias radiactivas. Estos hallazgos sentaron un antes y un después en la historia de la ciencia, abriendo perspectivas que impactaron la medicina y la física nuclear.
Los esfuerzos titánicos de los Curie por aislar y estudiar estos nuevos elementos no solamente los llevaron a la fama internacional, sino que también evidenciaron la dedicación y el sacrificio a los que puede llegar la vocación científica. La radiactividad se convirtió así en un campo prometedor y, a la vez, peligroso, pues sus aplicaciones resultaron trascendentales para la industria y la medicina, pero comportaban riesgos para la salud que recién se dimensionarían con los años.

Premios Nobel y reconocimientos
Premio Nobel de Física en 1903
El Premio Nobel de Física de 1903, compartido con Pierre Curie y Henri Becquerel, reconoció el descubrimiento de la radiactividad y transformó a Marie en la primera mujer en recibir tal distinción. Este galardón puso de manifiesto su contribución fundamental a la ciencia, derrumbando barreras y estereotipos de género en el ámbito científico. Fue un logro compartido que demostró cómo la colaboración y el pensamiento vanguardista pueden propulsar grandes avances.
La fama adquirida tras el Nobel no sacó a Marie de su senda de investigación. Manteniéndose firme en sus convicciones, siguió explorando las propiedades de los elementos radiactivos y la forma de aislarlos. Su dedicación la llevó a perseverar, incluso ante las críticas de ciertos sectores reacios a la idea de una mujer destacando en una disciplina que se creía exclusivamente masculina.
El segundo Premio Nobel de Química en 1911
En 1911, Marie Curie conquistó un segundo Premio Nobel, esta vez en Química, por sus progresos en la investigación sobre el radio y el polonio, y por su tarea de aislar el radio. Con ello, se convirtió en la primera persona en recibir dos premios Nobel en disciplinas científicas distintas: Física y Química. Este doble reconocimiento consagró su figura como una de las mentes más brillantes de su época.
Pese a soportar controversias y críticas (a menudo de índole personal), ella defendió la importancia de la ciencia pura y su aplicación al mejoramiento de la sociedad. Su perseverancia y capacidad de trabajo en soledad tras la muerte de Pierre demostraron su temple, que la llevaba a seguir adelante a pesar de los obstáculos y los prejuicios.
Impacto en la medicina y la Primera Guerra Mundial
Uso de los rayos X en medicina
Durante la Primera Guerra Mundial, Marie Curie promovió la utilización de rayos X para el tratamiento y diagnóstico de soldados heridos. Junto con su hija Irène, preparó vehículos dotados de equipo de rayos X portátiles (a los que se denominó cariñosamente "petites Curies"), y con ellos recorrió el frente para prestar auxilio a los médicos en la identificación de fracturas y balas. Este aporte salvó innumerables vidas y evidenció el valor práctico de sus investigaciones.
La adopción de los rayos X en la medicina de guerra implicó un avance crucial, pues facilitó diagnósticos rápidos y precisos, transformando la manera de atender a los heridos en el campo de batalla. Además de resaltar la humanidad y el espíritu de servicio que caracterizaban a Marie, la iniciativa mostró la conexión directa entre la ciencia de laboratorio y la práctica médica. Su trabajo en la guerra fue una nueva demostración de su compromiso inquebrantable con la sociedad.
Contribuciones al desarrollo de la física nuclear
Los estudios de Marie Curie en radiactividad constituyeron un pilar fundamental para la física nuclear. Su labor inspiró a futuras generaciones de investigadores a profundizar en la estructura del átomo y en los procesos subyacentes a la radiactividad. Con el transcurso de los años, se descubrieron el neutrón y la radiactividad artificial, avances que se asientan en las bases establecidas por Marie Curie.
El estatus de Marie como una de las fundadoras de la física nuclear se ve reforzado por las posteriores aplicaciones de sus descubrimientos en energía y medicina. Desde la creación de reactores nucleares hasta la radioterapia, los hallazgos de Marie Curie siguen rindiendo frutos en el presente. Su grandeza no radicó únicamente en descubrir elementos y fenómenos, sino en la repercusión que esos conocimientos tenían sobre la salud y el bienestar humanos.
La vida personal de Marie Curie
Relación con Pierre Curie y su influencia mutua
La unión de Marie y Pierre Curie supuso una colaboración vital, tanto en lo afectivo como en lo intelectual. Se conocieron en 1894 y contrajeron matrimonio un año más tarde, sumando sus respectivos talentos al servicio de la radiactividad. La influencia mutua fue decisiva: mientras Pierre aportaba su dominio de la física y la experiencia en magnetismo, Marie concentraba su rigor metodológico e incansable dedicación. Juntos revolucionaron el panorama científico, demostrando la potencia de la cooperación en la investigación.
Al trabajar codo a codo, el matrimonio descubrió el polonio y el radio, y coordinó avances teóricos y prácticos que repercutieron en el estudio de la materia. La muerte prematura de Pierre en 1906 afectó profundamente a Marie, pero también la impulsó a continuar el camino que ambos iniciaron. Su legado conjunto sigue simbolizando la sinergia entre la pasión por la ciencia y la colaboración de dos mentes brillantes.

La muerte de Pierre y su impacto en su carrera
El repentino deceso de Pierre Curie fue un golpe duro para Marie, quien se encontró viuda y con dos hijas a su cargo. Aun así, su espíritu perseverante no se derrumbó. En 1906, asumió la cátedra que Pierre había dejado vacante, convirtiéndose en la primera mujer en enseñar en la Sorbona. Este suceso marcó un punto de inflexión en su carrera, ya que, obligada a tomar las riendas de su investigación, Marie se convirtió en la principal figura de la radiactividad en el panorama mundial.
Aunque afrontó múltiples adversidades, Marie siguió publicando trabajos y perfeccionando sus estudios sobre la radiactividad. Su situación personal, llena de responsabilidades y dolor, no mermó el afán que sentía por la ciencia. Al contrario, la impulsó a reforzar sus investigaciones y su labor pedagógica, dejando un ejemplo de fortaleza y determinación para las generaciones posteriores.
Legado y honores póstumos
Creación del Institut du Radium
El legado de Marie Curie perdura en el Institut du Radium, fundado en 1914 en París. Este centro de investigación, creado para estudiar la radiactividad y sus aplicaciones médicas, es una muestra del compromiso de Marie con la búsqueda del conocimiento. Bajo su dirección, atrajo a reputados científicos y brindó oportunidades a jóvenes investigadores para continuar su labor, fomentando el progreso en medicina y física nuclear.
El Institut du Radium marcó un precedente para la investigación científica en el siglo XX, consolidando la posición de Francia como uno de los polos de innovación. También simbolizó el triunfo de la dedicación y el altruismo de Marie Curie. Su trabajo no se restringió a la química y la física, sino que trasciende en la actualidad con los aportes médicos y científicos que se derivan de las líneas que allí se desarrollaron.
Muerte en 1934 y sepultura en el Panteón de París
Marie Curie falleció en 1934 a consecuencia de una leucemia provocada por la exposición prolongada a la radiación. De esta forma, el mismo objeto de su estudio se convirtió en la causa de su deterioro. Sin embargo, su influencia no quedó relegada con su muerte; en 1995, sus restos fueron trasladados al Panteón de París, siendo la primera mujer en recibir tal honor por méritos propios. Este tributo reflejó el respeto mundial por sus contribuciones científicas y su papel pionero para las mujeres en el ámbito académico.
La impronta de Marie Curie en la ciencia y la sociedad permanece incontestable. Sus descubrimientos forjaron las bases de la radiactividad moderna y dieron lugar a aplicaciones que siguen salvando vidas, particularmente en terapias oncológicas y diagnóstico por imágenes. La humildad y la constancia con que afrontó los retos sirvieron de ejemplo para muchos, transformándola en un ícono de la perseverancia y del compromiso con el avance científico para el bienestar de la humanidad.
Referencias:
- Curie, E. (1938). Madame Curie. Éditions Gallimard.
- Pasachoff, N. (1996). Marie Curie and the Science of Radioactivity. Oxford University Press.
- Quinn, S. (1995). Marie Curie: A Life. Da Capo Press.