La primera religión monoteísta: un Egipto, un dios, un faraón

Akhenatón, el faraón revolucionario del Antiguo Egipto, conocido por su audaz reforma religiosa. Este artículo explora cómo Akhenatón desafió las tradiciones milenarias al introducir el culto monoteísta a Atón, rompiendo con el panteón politeísta establecido.
Akhenaton (Amenhotep IV), faraón egipcio; 1364 - 1347 a.C., realiza una ofrenda con su familia al dios Atón.

Amenofis o Amenhotep IV (Imn-Htp cuya traducción es «Amón está satisfecho»), más conocido como Akhenatón (Ax n Itn, «Beneficioso para Atón», cambió su nombre en el cuarto año de su reinado) fue un faraón de la XVIII Dinastía, durante el Reino Nuevo, alrededor del 1550 a. C. hasta aproximadamente el 1070 a. C. Se le considera el primer reformador religioso de la historia de la Humanidad. 

Los investigadores no se ponen de acuerdo respecto a las fechas de su reinado. Encontramos diferentes propuestas: hacia 1351 hasta 1334 a. C., desde el 1340 al 1324 a. C., o de 1353 al 1336 a. C. Fue hijo de Amenhotep III, por eso recibió su mismo nombre, y de la reina Tiyi, Gran Esposa Real. Con su reinado se inicia lo que conocemos como el Periodo de Amarna (por el nombre del sitio de el-Amarna). 

Este fue un periodo excepcional y un paréntesis en la historia de Egipto. Amenhotep IV, en vez de mantener y defender el orden ancestral, rompió con la tradición y exaltó al dios Atón, una deidad solar que representaba el disco solar en el firmamento y era representado con manos extendidas, como única deidad del culto oficial del Estado. No conforme con un cambio radical político, religioso y artístico, le dedicó a esta deidad una nueva capital, la ciudad de Akhet- Aton (AX.t Itn) «Horizonte de Atón». 

Aunque la historia del Antiguo Egipto es muy amplia, podemos decir que este periodo es el que ha captado más atención por parte de egiptólogos, historiadores e historiadores del arte, debido a la ruptura con todo lo anterior y por las implicaciones religiosas y artísticas que conllevó. Afortunadamente, este periodo nos ha dejado un número bastante elevado de fuentes: inscripciones, bajorrelieves y obras escultóricas, incluso restos momificados de algunos de sus protagonistas. El interés por parte de los investigadores en este reinado excepcional.

La familia real de Akhenatón

Aunque aún existe discrepancia acerca de la familia real y también alguna que otra laguna, se ha podido reconstruir cronológicamente cómo fue esta y quiénes formaron parte de ella. Hemos de aclarar que muchas veces se tiende a la interpretación subjetiva de los pocos datos que se tienen. Aunque es mucha la información que se ha perdido de su reinado, existe una gran cantidad de fuentes, como representaciones en relieves o esculturas, en las que aparece con su familia. 

Lo que sabemos con certeza es que Akhenatón fue hijo del faraón Amenhotep III y de su Gran Esposa Real Tiyi, hija de Yuya y Thuya. Posiblemente la familia de la reina Tiyi tenía una conexión con la familia real y una posición influyente. Contrajo matrimonio con Nefertiti. Gracias a este matrimonio, y como otros muchos en el Antiguo Egipto, se formaron una serie de relaciones entrelazadas de individuos con la casa real. Poco se sabe de su ascendencia o parentesco. Se sabe que nació en Egipto y pertenecía a una familia distinguida pero no a la línea real. 

División administrativa del Alto Egipto con la situación de Amarna en el nomo 15. Foto: ASC

Se dice que Nefertiti era hija del alto oficial de la corte Ay, quien irá adquiriendo más y más responsabilidades en la corte hasta llegar a ser faraón sucediendo a Tutankhamón tras la muerte prematura de este. Con esta esposa tuvo seis hijas. Las conocemos porque ambos fueron la primera pareja real en tener su vida privada representada en público, como lo demuestran numerosas escenas familiares con sus hijas. 

En los primeros años del reinado nacen las dos hijas mayores Meritatón (nacida el primer o segundo año de reinado) y Maketatón (nacida al año siguiente que su hermana y que falleció en torno al décimo cuarto año de reinado). La tercera hija, Ankhesenpaatón (nacida entre el cuarto o quinto año de reinado), que más tarde se convirtió en la esposa de Tutankamón; Nefernerferuatón-Tasherit (nacida entre el séptimo u octavo año de reinado y fallecida entre los últimos tres años de reinado). 

Neferneferure y Setenpenre mueren entre el decimosegundo año hasta el final del reinado de Akhenatón (posiblemente por una peste que asoló algunos lugares del Próximo Oriente durante estos años). Aparte de esto, y algún que otro dato más, nada se sabe de sus hijas. Se le conoce una esposa secundaria, Kiya, aunque hay pocas referencias a esta y poco se conoce de su origen. Parece factible que viniera de una familia oficial con vínculos a la casa real. 

Algunos investigadores piensan que pudo ser Tadukhipa, hija de Tushratta, rey de Mitanni. Otros sugirieron que en realidad se convirtió en rey bajo el nombre de Smenkhkare. Se piensa que fue la madre de Tutankhatón (que años más tarde cambiaría su nombre por el de Tutankhamón), nacido entre los años octavo o noveno del reinado de Akhenatón.

Los primeros años de Amenhotep IV y el origen de su familia

Amenhotep III fue el noveno faraón de la Dinastía XVIII de Egipto que sucedió a su padre, Thutmosis IV. Este faraón gobernó su vasto imperio desde la ciudad de Menfis y descendía de una larga dinastía de faraones, quienes, tras reunificar Egipto, extendieron sus fronteras por todo Canaán y Nubia. Fue fruto de la relación con una esposa menor llamada Mutemwia. 

Su origen es una incógnita, no fue una princesa real ya que en sus representaciones no porta el título de Hija del Rey. Algunos investigadores propusieron que era la hija del rey Mittani Artatama que fue enviada a Egipto, sin embargo, es más probable que viniera de una línea subreal con conexión con la familia real. Ambos tuvieron al menos tres hijos: Amenemhat, Amenhotep III y la Princesa Amón-Ipet. Tras la muerte de Thutmosis IV, Amenhotep III alcanzó el trono, como sucesor de estos grandes faraones conquistadores. 

Se encargó de recoger los frutos de las políticas imperialistas de Egipto. Este creció en el llamado palacio del harén en Gurob, cerca del oasis de Fayum. Durante su reinado mantuvo el orden en Egipto y en las regiones que habían sido conquistadas. Estableció su residencia en Tebas y llevo a cabo un amplio programa arquitectónico y artístico. 

A pesar de mantener el orden establecido, desde los inicios de su carrera mostró cierta independencia respecto a los cánones establecidos, como por ejemplo al casarse con Tiyi, la hija de uno de sus dignatarios, en lugar de hacerlo con una princesa de sangre como era la tradición. Del matrimonio con Tiyi nacería el futuro Amenhotep IV. Igualmente, junto a esta esposa principal, tuvo una esposa secundaria, Gilukhepa. 

La reina Nefertiti besa a su hija, probablemente Meritaten, bajo los rayos de Atón. Foto: GETTY

Era una princesa mitaniana hermana de unos de sus aliados, el rey Shuttarna II, y así consolidó su alianza con este soberano asiático. Gobernó 38 años completos, y durante su reinado se mantuvo fiel al culto del dios Amón-Re. Poco conocemos de la infancia y juventud de Amenhotep IV. Era el segundo vástago masculino del rey y no estaba destinado al trono; el elegido fue su hermano mayor, Tutmosis, quien murió antes de suceder a su padre, Amenhotep III, antes del trigésimo año de su reinado. 

A partir de este año o en fechas posteriores, el joven príncipe Amenhotep se convierte en heredero, y se calcula que tenía entre 18 y 22 años en el momento de su ascenso. Pasó su juventud en el palacio que su padre había levantado en Malqata, al oeste de Tebas. No sabemos cómo fueron llegando o surgiendo las ideas o si se dejó inspirar por las de su padre. Es imposible saberlo y nada se conoce, lo que sí sabemos es que desde su juventud tuvo bastante interés en torno al papel cósmico del dios sol. 

Se ha propuesto que Amenhotep III allanó el camino para las reformas religiosas de su hijo, ya que favoreció el culto solar y el nombre de Atón. Realizó una construcción y la designó con ese nombre, así como un barco ceremonial para Tiyi. Aunque tenemos esta información, desconocemos si su padre intervino de alguna manera en la reforma religiosa de su hijo. Lo que sí conocemos es que creció en un Egipto que en esos momentos era la primera potencia militar, económica y cultural de todo el Próximo Oriente y que recibía tributos de los reinos conquistados y regalos de los grandes reinos vecinos. 

Por tanto, Akhenatón pertenecía al glorioso linaje de reyes de la Dinastía XVIII, que durante dos siglos aseguraron al país la estabilidad política, prosperidad material, e hicieron de su patria la mayor potencia del Próximo Oriente.

Los primeros años de reinado (1353-1349 a. C.): Tebas

El príncipe subió al trono como Amenhotep (IV) y eligió como gran esposa real a Nefertiti. Su entronización se produjo de la manera habitual, adoptando un título bastante normal. En los monumentos y en las inscripciones que han pervivido de estos primeros años de reinado podemos ver su simpatía a Amón y a los demás dioses del panteón. Parece haberse casado poco después de llegar al trono, aunque no se sabe con certeza si el matrimonio tuvo lugar antes o después de la ascensión al trono. 

Después del cuarto año del reinado hubo una ruptura con la antigua religión de Amón. Amenhotep IV adoptó su nuevo nombre propio, Akhenatón, mientras que su esposa, Nefertiti, añadió a su nombre el cartucho de Atón, transformándolo en Nefernefruatón «La Más Bella de Atón» y así colocó su personalidad detrás del nuevo culto a este dios. Al mismo tiempo, se completó el traslado a la nueva ciudad gubernamental de Akhet- Aton. 

Nefertiti está representada constantemente a su lado hasta alrededor del año 13, cuando desaparece de las fuentes. Fue en Tebas, la antigua capital religiosa, donde llevó a cabo sus primeras actividades y mostró su preferencia por una divinidad que se había ido desarrollando en los círculos palaciegos, al menos, desde el reinado de su abuelo Tutmosis IV y también de su padre, el disco solar, Atón. Esta divinidad era una de las numerosas formas del dios Re, el dios sol, en concreto el disco solar. 

Tumba de Nefertiti. Foto: GETTY

Se le representa mediante un disco solar cuyos rayos terminan en manos que acarician exclusivamente a la familia real, al rey y a la reina, a los que otorga vida y prosperidad. Pero se puede ya apreciar un cambio de rumbo político. En el año tercero de su reinado, Atón aparece nombrado dentro un cartucho real. Lo encontramos en Karnak, el principal lugar de culto de Amón-Re. De esta forma quedaba implícito el hecho de que este dios se equiparaba al rey terrenal, además de apreciar las innovaciones iconográficas que serán características durante su reinado. 

Por otro lado, las instituciones de los dioses tradicionales quedaron económicamente subordinadas al culto de Atón. El nuevo culto se centraba en la superioridad del dios Atón por encima de los demás dioses egipcios. Se trataba de una religión con una base monoteísta, dejando al resto del panteón egipcio fuera de todo culto. El propio faraón pasaría a ser el intermediario del dios, dejando de lado a los sacerdotes. 

Está claro que forjó ideas monoteístas y universalistas, pero las fue desarrollando de una manera gradual, acercando a su entorno y más tarde imponiéndola a todos sus súbditos. Estos hechos, junto con el desplazamiento de Amón como principal divinidad relacionada con la realeza, debió tener importantes consecuencias políticas, que, con toda probabilidad, convulsionaron la estabilidad interna del Estado. Estos y otros cambios supusieron un enfrentamiento directo con el orden religioso establecido.

El Periodo de Amarna (1349-1336 a. C.)

Llegado el momento, en el sexto año de su reinado, decidió dejar Tebas y trasladarse, con su corte de seguidores, a la nueva ciudad que creó desde cero para convertirla en la privilegiada, además de ser dominio de Atón. En su quinto año de reinado cambió oficialmente su nombre a Akhenatón y en su sexto año de reinado construyó esta nueva ciudad como principal centro de culto a Atón y decidió trasladar la capital. 

La llamó Akhetaten (Horizonte de Atón, la actual Amarna), convirtiéndola en la nueva sede de su gobierno. Así mismo, hizo construir un santuario de Atón en la zona del templo de Karnak, al este del distrito de Amón. Este cambio de nombre, la fundación de una nueva capital, y la construcción del santuario son indicios de la importancia cada vez mayor del culto de Atón. Imaginamos que las reacciones y recepción que dieron los egipcios a las innovaciones de su soberano fueron de lo más diversas. 

La ciudad creada ex novo y situada en la orilla oeste del Nilo, estaba situada en el nomo hermopolitano. Su ubicación fue céntrica, a medio camino entre Tebas y Menfis. Estaba situada en una llanura árida y rodeada de formaciones rocosas. Las dos montañas reproducían el ideograma utilizado para la palabra «Horizonte» (Akhet) y podía observarse cada amanecer la elevación del sol entre ambas. Este hecho hace que se relacione con el concepto egipcio de renacimiento diario además de vincular la nueva capital al dios Re y a su ciclo diurno. 

Bajorrelieve de Nefertiti. Foto: ALBUM

Tal fue su implicación que acudió él personalmente a reconocer el terreno junto a sus dignatarios y fijó sus límites provisionales. La nueva ciudad fue delimitada con catorce estelas visibles para todo aquel que se acercase a la capital desde cualquier dirección. La ciudad se construyó rápidamente bajo su atenta dirección, primero el gran templo y el palacio principal; por otro lado, se erigieron palacios secundarios y pabellones de recreo en las inmediaciones de la ciudad; los edificios oficiales se agruparon alrededor de la residencia; finalmente un templo de planta muy grande, con pórticos y patios, vino a sustituir al santuario construido provisionalmente durante el primer establecimiento. 

Se establecieron barrios oficiales, y sobre estos se construyeron las viviendas de los funcionarios y del resto de la población. La ciudad se distribuía a lo largo de dos arterias principales, entre las que se insertaban los bloques de viviendas más modestas destinadas a la gente común. Conforme pasaron los años, la ciudad fue creciendo más y más, aumentó su número de habitantes y se construyeron nuevos barrios que partían del núcleo inicial. 

La ciudad se extendió a lo largo del río, formando una sucesión de manzanas o arrabales separados por espacios verdes y por zonas no edificadas. La ciudad no estaba dividida socialmente. Las villas más ricas podían tener a su lado casas mucho más modestas, organizadas en manzanas irregulares, con calles más o menos anchas paralelas al Nilo. Existieron además varias necrópolis que comprendían la tumba del rey y las de los miembros de su familia en un valle separado. 

En otro lugar, en el borde oriental de la llanura de el-Amarna, estaban las tumbas de sus funcionarios y otras para los habitantes. Ambas zonas se situaban al norte y al sur de la entrada al wadi que conducía a la necrópolis real. Muchos de estos hipogeos quedaron inacabados debido al poco tiempo del reinado de Akhenatón. Otros muchos sufrieron la destrucción de los hombres y del tiempo. 

La decoración, que ha perdurado, esculpida y también en pinturas e inscripciones, nos aporta valiosa información, no solo de la vida cotidiana, sino también de las ceremonias del culto presididas por el faraón de los habitantes de el-Amarna. En muchas de estas representaciones podemos ver a Akhenatón, a su esposa Nefertiti y a sus hijas camino del templo. Como se observa, allí se realizarían ofrendas a Atón, en los altares del dios, como inmolaciones de animales, ofrendas de alimentos, ramos de flores, fumigaciones. 

Todo ello acompañado de cantos litúrgicos. Durante su reinado aparece un nuevo estilo artístico que contrasta radicalmente con el arte tradicional. Akhenatón tuvo que crear una nutrida plantilla de escultores y pintores, a los que había influido su ideal, además de sus concepciones estéticas. Estos se encargaron de decorar los monumentos de su nueva capital con bajorrelieves y pinturas, poblar los pórticos con estatuas, etc. 

Todo parece indicar que con forme pasaban los años, Akhenatón se volvió más radical, lo que le llevó a eliminar los nombres del dios Amón y su esposa, la diosa Mut, de todos los monumentos, pero también de otros dioses del panteón tradicional. Esta damnatio memoriae, sin duda, significó la imposición de la religión real sobre la tradicional. De la misma manera se esculpió la figura y/o el nombre de Atón en los templos e incluso en las tumbas de Tebas. 

Busto de Nefertiti en el Museo Egipcio de Berlín. Rüdiger Stehn / Wikimedia

Desgraciadamente Akhetatón fue abandonada durante el reinado de Tutankhamón, tan solo 21 años después de su fundación. Gracias a esto, Amarna es un yacimiento excepcional para los arqueólogos que ha permitido obtener una imagen clara de cómo se organizaba una capital de Estado durante la segunda mitad del segundo milenio a. C.

Una nueva religión

Atón fue el creador universal, y al contrario que los dioses del panteón egipcio, este no tenía una forma humana o animal. Se le representaba como el disco solar con rayos terminados en manos. Para realizar su culto, en esta nueva ciudad se edificó el Gran Templo de Atón del que solo quedan los cimientos y una columna reconstruida en pie. La configuración del templo, aunque inacabado, era completamente novedosa. 

Al contrario que los templos clásicos, espacios cerrados y oscuros, los templos erigidos por Akhenatón buscaban que los rayos del sol bañasen todos los rituales y ofrendas que se le dedicaban. A la entrada encontramos dos pilonos con altos mástiles adornados con banderolas que daban acceso a una columnata. Alrededor se dispusieron centenares de altares al aire libre en donde se realizaban las ofrendas al dios Atón. Estaba orientado intencionadamente en un eje este-oeste, de tal forma que se siguiera siempre el ciclo del sol en el cielo. 

En esta nueva religión, la gran esposa real (junto con sus hijas) jugó también un papel importante, no solo como madre, sino también como fiel colaboradora. Akhenatón y Nefertiti, como todos los demás faraones, se veían a sí mismos como dioses en la tierra, pero ahora como representantes del dios principal en forma de Atón, y eran los únicos sacerdotes principales de este culto. La mediación entre dios y el creyente se hacía exclusivamente a través de ellos. 

El faraón era el único que podía transmitir las bendiciones del Dios al pueblo, y el culto a Atón tenía obviamente rasgos henoteístas. Los investigadores consideran que una representación especial de Nefertiti en tres bloques de piedra prueba que Nefertiti sirvió a Akhenatón como gran sacerdotisa. El pueblo no podía rezar directamente al dios, sino que tenía que tomar al faraón y a su esposa como intercesores.

A pesar del intento de eliminar el culto a otros dioses, el desarrollo de esta fe no caló más allá de las altas esferas relacionadas con el palacio. Durante las excavaciones de Amarna se han encontrado numerosos restos que prueban que la población seguía practicando la fe y el culto a la religión tradicional. Fueron halladas menciones en capillas domésticas a numerosos dioses, entre los cuales encontramos a Amón o a divinidades más populares como Bes o Taweret.

A pesar de haber perdido gran cantidad de piedra y construcciones enteras, el abandono de Amarna. Después de su uso como capital es una gran fuente de información sobre su organización. Foto: Getty.

Los últimos años de su reinado

Hemos de destacar el papel de su esposa e hijas, las cuales vemos crecer a su alrededor en numerosos relieves. En estos se observan muestras del tierno afecto del matrimonio con ellas. De estas seis hijas, solo las tres primeras han dejado huella en la historia. La mayor, Meritatón, y la tercera, Ankhesenpaatón, se convirtieron en esposas de reyes. Mientras que la segunda, Meketatón, murió prematuramente en el decimocuarto año de reinado para gran desesperación de sus padres. 

Podemos considerar la muerte de esta princesa como un punto de inflexión en el reinado de Akhenatón. Desde su traslado e instalación en el-Amarna, decidió no salir nunca de la ciudad y pasó los últimos diez años allí. El origen de los jóvenes sucesores de Akhenatón, Semenekhkara y Tutankhatón (más tarde Tutankhamón) ha sido tema de debate entre los egiptólogos. A menudo se les considera príncipes y probablemente hermanos. 

Nefertiti no tuvo hijos, por tanto, estos debieron de ser hijos de Akhenatón con otra esposa secundaria como Kiya o incluso hermanastros. En el decimoquinto año de reinado eligió como corregente a Semenkhkar. La legitimidad al trono la gana a través de Meritatón, que se convirtió en la consorte del nuevo corregente. 

En el año 2004 se descubrió una inscripción en Deir Abu Hinnis (Egipto Medio) que aportó nuevos indicios a los últimos años del reinado de Akhenatón y que demuestra que Nefertiti seguía viva en el décimosexto año de reinado, hecho que se desconocía. La última información que se tenía de Nefertiti iba poco más allá de la muerte de su hija, Meketatón. Esta misma inscripción permitió determinar que Semenkhkare murió un poco antes que Akhenatón y no le pudo suceder en el trono. 

Tras este hecho inesperado, Akhenatón tuvo que elegir a «un desconocido» Ankh(et)kheperure Nefereneferuatón para acompañarle en la dirección del Estado durante su decimoséptimo año de reinado. Akhenatón murió durante su decimoséptimo año de reinado por causas que desconocemos. Como se mencionó anteriormente, fue enterrado en su tumba cercana a Akhet-Atón, en un valle separado. 

Su sarcófago puede verse hoy reconstruido en el Museo Egipcio de El Cairo, ya que fue destruido, al igual que su tumba, que fue atacada. Es muy probable que su cuerpo se trasladase a Tebas poco después del enterramiento. Algunos investigadores identifican su cuerpo con los restos hallados en la tumba número 55 del Valle de los Reyes. Existe un periodo de entre uno y cuatro años entre los reinados de Akhenatón y Tutankhamón, sobre el cual existen varias teorías sobre su sucesión. 

Este momento fue muy breve y dejó poca evidencia monumental, lo que nos da dificultades a la hora de conocerlo. La teoría más plausible es que Ankh(et)kheperure Nefereneferuatón fue la misma Nefertiti, quien sucedió a su marido y reinó tres años en solitario tras la muerte de este, ya que su epíteto, conocido por una impresión de un sello, revela que era mujer. Poco después, Tutankhatón, el príncipe niño, se convertiría en rey. 

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