'Remember Pearl Harbor', la reacción inmediata de EE.UU. al ataque japonés

Los ataques a la base estadounidense de Hawái en diciembre de 1941 provocaron un sentimiento de odio y venganza hacia los japones que se canalizó a través del lema 'Remember Pearl Harbor' y que se tradujo en ofensivas y enfrentamientos como la Operación Doolittle, la batalla del mar del Coral y la batalla de Midway
'Remember Pearl Harbor', la reacción inmediata de EE.UU. al ataque japonés

El ataque a Pearl Harbor no podía quedar sin respuesta. Tal golpe militar y psicológico trasladó el miedo y la desconfianza a la sociedad norteamericana, pero también la unión contra el enemigo japonés.

La congresista Jeannette Rankin recibe la bandera que ondeó en la Cámara de Representantes durante la aprobación de la enmienda al sufragio femenino en 1919. Foto: Getty.

“Ayer, 7 de diciembre de 1941 –una fecha que vivirá en la infamia–, Estados Unidos de América fue atacado repentina y deliberadamente por fuerzas navales y aéreas del Imperio de Japón”. El presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, introducía con estas palabras la declaración que marcaría la intervención norteamericana en la Segunda Guerra Mundial. “Desde el ataque no provocado y vil de Japón el domingo 7 de diciembre de 1941, existe el estado de guerra entre Estados Unidos y el Imperio japonés”. El Congreso de Estados Unidos aprobaba la declaración de guerra al Imperio nipón con un único voto en contra, el de la congresista Jeannette Rankin, una reconocida pacifista que también se había mostrado en contra de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, la actitud de Rankin distaba mucho de coincidir con la de sus compatriotas, a los que el bombardeo de Pearl Harbor soliviantó de modo extraordinario.

Durante los años anteriores, la idea del aislacionismo había calado hondo en buena parte de la sociedad estadounidense, pero Pearl Harbor cambiaría todo de golpe. El país se unió en torno a una palabra: venganza. Apenas dos semanas después del ataque, el compositor Sammy Kaye y el letrista Don Reid sacaban a la luz la canción Remember Pearl Harbor, que pronto se convirtió en un himno que llamaba a la unión de todo el pueblo estadounidense en la lucha contra el enemigo japonés.

El compositor de música swing Sammy Kaye (con sombrero) y su Big Band en una sesión de grabación para Columbia Recording Company, en septiembre de 1944. Foto: Getty.

La histeria antinipona se comenzó a vivir en el mismo territorio estadounidense. Crecieron por doquier los rumores que informaban de la presencia de quintacolumnistas japoneses espiando en el mismo Estados Unidos. Las conversaciones sobre bases enemigas en la frontera de México con japoneses dispuestos a invadir el país estaban a la orden del día. Y no eran menos constantes los rumores de que Los Ángeles, San Francisco o ciudades cercanas a la costa estaban siendo bombardeadas por submarinos japoneses o sobre el envenenamiento de presas, agua y alimentos por parte de fuerzas japonesas instaladas en Estados Unidos.

Todo ello generó un discurso racista contra cualquier persona con ascendientes o rasgos japoneses –e incluso asiáticos en general– que también alcanzó a las autoridades. Más de 120.000 personas, en su mayor parte de etnia japonesa, fueron encerradas desde 1942 en diversos campos de concentración para japoneses que se construyeron en EE.UU. Sin embargo, el verdadero campo de batalla se hallaba a miles de kilómetros de las fronteras estadounidenses. Y no tardaría en ver estallar las bombas de la venganza.

1942: EE.UU. comienza a atacar

El comienzo de 1942 fue desalentador para los aliados en el Pacífico. Estados Unidos, Francia, Holanda y Gran Bretaña observaban impotentes cómo la potente tecnología japonesa imponía su ley aplastando sus posiciones. Roosevelt se impacientaba ante las dificultades de su Estado Mayor para lanzar un ataque sobre Japón. También los políticos estadounidenses comenzaban a dudar si Roosevelt era el hombre indicado para conducir un tiempo crítico como este, al punto de que el gobernador de Virginia llegó a criticar públicamente la ausencia de reacciones de las fuerzas estadounidenses en el Pacífico. La amenaza de una moción de censura contra Roosevelt sobrevolaba el ambiente.

Desde el Estado Mayor entendieron que era el momento de arriesgar. Y encontraron al hombre dispuesto a hacerlo: el teniente coronel James Doolittle. Nacido en California en 1896, Doolitle era uno de los pioneros de la aviación norteamericana, un atrevido piloto que en 1922 había batido el récord de vuelo transcontinental y destacaba por su capacidad para poner al límite los aparatos en que volaba. Su apellido bautizó a la primera incursión norteamericana en suelo japonés: la Operación Doolittle.

El teniente coronel James H. Doolittle, de quien tomó el nombre la primera operación estadounidense de ataque a Japón. Foto: Getty.

La operación tenía una intención sobre todo propagandística. Los responsables de la misma sabían que Estados Unidos no estaba aún en condiciones de infligir daños relevantes al Imperio del Sol Naciente y que la misión a la que encaminaban al piloto y sus hombres era casi suicida. Pero, en la primavera de 1942, lo importante parecía ser sobre todo vengar el orgullo herido, provocar el temor en la población japonesa y hacer entender a los enemigos del Eje que Estados Unidos estaba allí y tenía mucho que decir.

80 combatientes distribuidos en 16 aviones y bajo las órdenes de Doolittle tenían la misión de bombardear Tokio y otras ciudades japonesas, como Yokohama y Nagoya. El ataque no era nada fácil. Se llevaría a cabo con aviones B25 que tendrían que despegar desde un portaaviones con una pista de despegue más corta de lo habitual. La intención era que, tras el bombardeo, los aviones pudieran aterrizar en China, aliado de EE UU. En los meses anteriores al ataque, y en un lugar secreto de Florida, los elegidos se sometieron a un intenso entrenamiento con el honor estadounidense como principal apoyo y la única compañía de la incertidumbre.

Un bombardero B-25 despega del USS Hornet en el marco de la Operación Doolittle (primera incursión significativa sobre Japón). Foto: Getty.

El 2 de abril de 1942, el portaaviones USS Hornet partía desde la bahía de San Francisco con 16 aviones en su cubierta. La operación estaba en marcha. La estrategia disponía que los aviones despegaran a unas 300 millas de Japón para poder desarrollar la misión con éxito. Sin embargo, un navío japonés se encontró con el Hornet antes de llegar al punto indicado. Fue hundido por las tropas estadounidenses, pero tuvo tiempo de dar la voz de alarma. La Operación Doolittle debería lanzarse desde una distancia mucho mayor de lo previsto. Y así se hizo. El 18 de abril de 1942, dieciséis aviones de la Armada norteamericana surcaron los cielos preparados para atacar al enemigo que tanto daño había producido casi cuatro meses atrás.

El vuelo se prolongó durante cinco horas antes de divisar las costas japonesas. El objetivo era principalmente Tokio. Doolittle comenzó bombardeando una fábrica de armamento en la capital japonesa. La flota también logró alcanzar un portaaviones en la ciudad de Yokohama. Los ataques pudieron llevarse a cabo sin que ninguno de los aparatos fuera derribado. Pero ahora llegaba una de las partes más difíciles: conseguir aterrizar en un lugar seguro. Fue el momento en el que la Operación Doolittle puso rumbo a China.

Yokohama en ruinas tras el bombardeo aliado. Los principales objetivos de la incursión del 18 de abril de 1942 fueron Tokio, Kobe, Nagoya y Yokohama. Foto: Getty.

Los aviones estaban quedándose sin combustible. La única opción era agotarlo y tratar de guarecerse del enemigo en el disfraz de la noche. Los aeroplanos fueron cayendo a tierra firme. Tres de los pilotos murieron y otros ocho fueron capturados por los japoneses, tres de los cuales fueron ejecutados y los otros torturados y enviados a prisión.

Desde el punto de vista militar, la operación no tuvo una consecuencia significativa en el desarrollo de la guerra. No se destruyeron infraestructuras decisivas para Japón y su poder bélico quedó intacto. Pero, desde la perspectiva de la propaganda, fue un éxito inconmensurable. Los medios de comunicación de todo el mundo aliado destacaron en grandes titulares la audaz incursión estadounidense. Japón no era inexpugnable en su propio territorio. Por otro lado, Japón comenzó a temer la fuerza norteamericana hasta tal punto que empezó a compartir mensajes en clave por radio en una cantidad hasta entonces inexistente, lo que permitió empezar a descifrar muchos de esos mensajes. La reacción de Japón no se haría esperar.

Partitura de No habrá Adolf Hitler ni ‘japos’ amarillos que temer (1943), otro ejemplo de la histeria antinipona desatada en EE UU. Foto: Getty.

La batalla del mar del Coral

Tras el ataque sorpresa de Estados Unidos sobre su propio territorio, el comandante en jefe de la Flota Combinada de la Armada Imperial japonesa durante la Segunda Guerra Mundial y máximo responsable de Pearl Harbor, Isoroku Yamamoto, tenía claro que la victoria pasaba, por un lado, por destruir todos los portaaviones estadounidenses. Por otro, el dominio en el Pacífico requería aislar a Australia, que luchaba con los aliados.

Con este último objetivo, las tropas japonesas invadieron a comienzos de mayo las islas Salomón. Apenas dos días después, se prepararon para hacer lo propio con Nueva Guinea. Pero Estados Unidos estaba alerta. El almirante jefe, Chester Nimitz, desplegó una flota compuesta por destructores, acorazados y dos portaaviones en el mar del Coral. Los ejércitos de las dos potencias iban a encontrarse allí en una gran batalla.

El 7 de mayo de 1942, los bombarderos estadounidenses alcanzaron y hundieron el portaaviones Shoko. Un día después, la cubierta del portaaviones norteamericano Yorktown era destruida por una bomba que costó la vida de 37 marineros. También la cubierta de vuelo del portaaviones japonés Shokaku quedaba inutilizada por el ataque estadounidense.

El USS Yorktown es alcanzado por un torpedo aéreo japonés durante la batalla de Midway, el 4 de junio de 1942. Foto: ASC.

La peor parte de esta batalla a distancia se la llevó, sin embargo, el Lexington, el mayor de los portaaviones estadounidenses que participaban en la batalla. El 8 de mayo había sido alcanzado por los torpedos japoneses, pero había resistido. Sin embargo, el 9 de mayo, cuando los dos ejércitos se retiraban dando por terminada la batalla, el Lexington explotaba a causa de los daños producidos por bombas y torpedos nipones. La explosión produjo la muerte de 320 personas.

La batalla del mar del Coral no tuvo un ganador claro. Por un lado, la destrucción generada por parte de los japoneses en los barcos norteamericanos podría ser considerada como una victoria. Sin embargo, el verdadero objetivo, que era aislar a Australia, no fue alcanzado. Habría que esperar apenas un mes para comprobar cómo iba a ser el desempate de esta batalla.

Midway, el principio del fin de Japón

Tras el hundimiento del USS Lexington y los graves daños que había sufrido el Yorktwon, los japoneses ponían sus ojos en los dos únicos portaaviones que les quedaban a los norteamericanos en el Pacífico, el Hornet y el Enterprise. Acabar con ellos fue uno de los objetivos de la batalla de Midway.

Las fuerzas estadounidenses tenían una base naval ubicada entre Asia y América, en el atolón de las Midway. Japón creía que un ataque exitoso contra dicha base daría el golpe de gracia a EE UU. Las fuerzas de Yamamoto fueron con todo hacia Midway: 185 buques, cuatro portaaviones pesados, un millar de aviones, submarinos y destructores componían la flota que atacaría en el atolón, mucho más poderosa que la de Estados Unidos. Yamamoto estaba convencido de que una derrota norteamericana obligaría a una negociación beneficiosa para los intereses japoneses.

Retratos de Yamamoto (izda.) y de Nagumo (dcha.), tomados de una fotografía de época. Son obra de Marcelino González. Foto: ASC.

La estrategia de Yamamoto pasaba por dispersar sus fuerzas, de modo que el ataque viniera por sorpresa y que cualquier aproximación de defensa estadounidense se encontrara en el camino con buques japoneses que impidieran el acercamiento a Midway.

El primero de los ataques lanzado por el almirante Nagumo comenzó a las 4:30 h de la mañana del 4 de junio con 108 aviones. La resistencia numantina de los estadounidenses y su rápida reacción, unida a ciertas indecisiones del mando japonés, impidieron que se diera el resultado esperado por Yamamoto.

La batalla de Midway se prolongó hasta el 7 de junio. Fallecieron por los ataques 3.057 japoneses y alrededor de 250 estadounidenses. El Imperio del Sol Naciente perdió cuatro portaaviones, por lo que solo le quedaron dos en perfecto estado, que no habían participado en la batalla. Estados Unidos perdió un portaaviones. El 7 de junio, las mermadas fuerzas japonesas se vieron obligadas a retirarse.

Recreación artística de la batalla de Midway (junio de 1942). Foto: Getty.

La batalla de Midway había terminado con la derrota japonesa. Pero lo más importante es que la balanza se iba a inclinar desde entonces del lado de los aliados. Si hasta entonces la iniciativa la llevaba la Marina nipona, desde estos momentos Estados Unidos se convirtió en la fuerza dominante en el Pacífico. La Segunda Guerra Mundial entraba en un escenario nuevo apenas seis meses después del ataque a Pearl Harbor.

* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Historia.

Recomendamos en

Así consiguió la India su ansiada independencia: un largo camino protagonizado por el pacifista Gandhi

“Cuando suene la hora de la medianoche, mientras el mundo duerma, India despertará a la vida y a la libertad”. Con estas palabras, pronunciadas por el primer ministro Jawaharlal Nehru ante el Parlamento del nuevo país, la India abría las puertas de su independencia. Era el 15 de agosto de 1947. Ese día significó para la India el inicio de su ansiada soberanía; para Gran Bretaña y para el resto del mundo fue el principio del fin de la época colonial
  • Fernando Cohnen