Una rompedora investigación explora el uso de la adormidera como droga ritual entre las mujeres de la antigüedad mediterránea

Un inusual estudio explora la historia de la adormidera y su conexión con lo femenino y la espiritualidad en la Europa mediterránea.
Mujer con amapolas
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto - Muchacha con un ramo de amapolas

Una reciente investigación liderada por la arqueóloga española Elisa Guerra Doce propone una reinterpretación de la historia del opio en la Europa mediterránea. Centrándose en su uso ritual y simbólico en manos de mujeres desde el Neolítico hasta la antigüedad tardía y a partir de un minucioso estudio arqueobotánico y textual, la autora analiza cómo la adormidera (Papaver somniferum), una planta de uso agrícola en sus inicios, acabó vinculándose a lo femenino, la fertilidad y la trascendencia espiritual.

El artículo, publicado en Revista de Arqueología Americana en 2025, plantea, además, una lectura ecofeminista. Según este planteamiento, el proceso de desplazamiento del opio de los rituales sagrados a su mercantilización y uso médico durante la época helenística habría provocado la pérdida de un saber femenino ancestral.

Muchacha con amapolas
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

De los primeros cultivos al descubrimiento del sueño

Las primeras evidencias de cultivo de Papaver somniferum subsp. somniferum datan de mediados del VI milenio a.C. en el Mediterráneo occidental. Las semillas halladas en yacimientos neolíticos de Italia, Francia y España sugieren que la domesticación de la planta no llegó del Próximo Oriente, sino que fue un desarrollo local asociado a las primeras comunidades agropastoriles europeas.

Durante el Neolítico, la adormidera se empleó, sobre todo, por sus propiedades alimenticias y oleaginosas. Sus efectos narcóticos, sin embargo, no tardaron en descubrirse. En yacimientos como La Marmotta (Italia) o la Cueva de los Murciélagos de Zuheros (España) se han hallado cápsulas, semillas y otros restos que apuntan a un uso consciente para aprovechar sus cualidades psicoactivas. En la Cueva de los Murciélagos, de hecho, los arqueólogos incluso identificaron restos de vómito humano asociados a la masticación de las cápsulas, un dato que podría evidenciar una ingesta ritual.

La adormidera se convirtió, así, en una de las pocas aportaciones europeas al catálogo mundial de plantas psicoactivas. Su cultivo se expandió con rapidez hacia el norte hasta alcanzar el ámbito de la Cultura de la cerámica de bandas en Centroeuropa.

Diosa de las adormideras
Diosa de las adormideras. Foto recortada. Fuente: Heraklion Archaeological Museum/Jebulon/Wikimedia

La flor de las diosas: el simbolismo femenino de la adormidera

A lo largo de la Edad del Bronce, la adormidera adquirió un poderoso significado simbólico. En Creta, así como en la Grecia micénica, su imagen se integró en un lenguaje visual de fertilidad y trance. Uno de los hallazgos más célebres concierne a la denominada Diosa de las adormideras, una estatuilla cretense procedente de Gazi. Datada hacia 1300 a.C., luce una corona rematada con cápsulas de adormidera abiertas que muestran las características incisiones que se emplean para extraer el látex. Su expresión, de ojos cerrados y sonrisa extática, se ha interpretado como una alusión directa a los efectos narcóticos del opio.

En Micenas, un anillo-sello de oro muestra a varias figuras femeninas ofreciendo flores —entre ellas, adormideras— a una diosa entronizada. El lenguaje de estas imágenes sugiere un vínculo entre las mujeres, la fertilidad y la experiencia extática, relación que, según Guerra Doce, hunde sus raíces en las primeras agricultoras del Neolítico.

Durante el Bronce y la Edad de Hierro, la adormidera parece haberse convertido en un emblema de lo femenino sagrado, atributo de divinidades como Deméter, Afrodita, Hera o Nix. En la Grecia arcaica, las cápsulas aparecen representadas en exvotos, relieves y cerámicas. Además, en templos como el de Hera en Samos se hallaron semillas de Papaver somniferum junto a ofrendas agrícolas. En Roma, por su parte, la flor siguió siendo un atributo de Ceres, diosa de la fertilidad, y decoró retratos femeninos, sarcófagos y monumentos funerarios como el Ara Pacis de Augusto.

Cápsulas y semillas de amapola
Cápsulas y semillas de amapola. Fuente: Avriette/Wikimedia

El despertar del sueño: opio, ritos y sacerdotisas

Según Guerra Doce, la dimensión ritual del opio se consolidó en la Edad de Hierro, cuando el control del narcótico pasó a manos de mujeres especializadas en la ejecución de prácticas religiosas o chamánicas. Las fuentes literarias griegas y latinas evocan este uso con sorprendente claridad. En La Odisea, Homero menciona el nepenthes, la bebida del olvido que Helena de Troya ofrece a sus invitados, cuya receta aprendió, dice el texto, de las mujeres egipcias de Tebas.

La tradición romana conserva la misma asociación. Ovidio describe a Venus y Deméter utilizando leche mezclada con adormideras, mientras que Virgilio presenta a una sacerdotisa norteafricana que rocía con “la soporífera adormidera” las ramas sagradas de su templo. Para Guerra Doce, estos pasajes reflejan la memoria cultural del manejo ritual del opio por parte de mujeres iniciadas.

La arqueología parece respaldar esta lectura. Así, en Lisičin Dol (Macedonia del Norte), se localizó en una tumba femenina del siglo VII a.C. un recipiente metálico en forma de cápsula de adormidera que, hallado junto al cuerpo, aún contenía residuos químicos de morfina. Según algunas hipótesis, este hallazgo permitiría reconocer a la difunta como una sacerdotisa del opio. Todos los recipientes similares que se conocen —los llamados “bronces peonios”— proceden de tumbas femeninas, lo que reforzaría la hipótesis de un uso ritual exclusivament en manos de las mujeres.

En el ámbito griego, el opio también pudo desempeñar un papel en los Misterios Eleusinos, las ceremonias en honor de Deméter y Perséfone. Aunque la evidencia directa es escasa, la iconografía de cápsulas en templos y exvotos apunta a una posible asociación entre la adormidera y los ritos de tránsito.

Flor de la adormidera
Flor de la adormidera. Fuente: Jolly Janner Wikimedia

Del culto al comercio: la pérdida de un saber femenino

Según el estudio, a partir de la época helenística, el opio se integró en la farmacopea médica y entró en las redes de comercio a gran escala. Médicos como Teofrasto, Dioscórides o Galeno describieron sus usos analgésicos, sedantes y anestésicos, y lo incorporaron a la triaca, el famoso antídoto universal de la antigüedad, cuya fórmula contenía hasta un 40 % de opio.

Sin embargo, la institucionalización médica del opio supuso el fin de su dimensión ritual. La planta, antes ligada a los templos y al cuerpo femenino, pasó a ser controlada por los médicos varones y las economías urbanas. Según Guerra Doce, la mercantilización del opio coincidió con la desaparición de las mujeres que lo custodiaban como símbolo de vida, muerte y renacimiento. Todo ello marcó una ruptura en la historia cultural del Mediterráneo. La droga sagrada se habría convertido en un producto farmacéutico, y con ello, la adormidera habría perdido su conexión simbólica con lo natural, lo corporal y lo espiritual.

Muchacha con amapolas
Recreación fantasiosa. Fuente: Midjourney/Erica Couto

Una historia alternativa de la adormidera

El estudio de Elisa Guerra Doce propone una visión revolucionaria de la arqueología del opio. Así, la autora hipotetiza que la amapola del opio fue un vehículo de poder y conocimiento femenino durante más de cuatro milenios. Desde esta perspectiva, el opio se convierte en un símbolo del vínculo perdido entre mujeres y naturaleza, y su historia, según Guerra Doce, nos recuerda que la arqueología también puede rescatar las huellas de los sueños.

Referencias

  • Guerra Doce, E. 2025. "La arqueología de la adormidera en Europa desde la Prehistoria a la Antigüedad tardía: una perspectiva ecofeminista". Revista de Arqueología Americana, 43, 109–145. DOI: 10.35424/rearam.i43.6006

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