La Segunda Guerra Mundial contó con el cómic como uno de los recursos del bando aliado. El propio Ejército americano editó revistas que incluían cómics cuyos personajes protagonistas eran reclutas. En el Ejército se enrolaron grandes artistas como George Baker, autor de la popular tira cómica Sad Sack, y un joven y desconocido Bill Mauldin, creador de los dos soldados ficticios más populares, Willie y Joe. Mauldin y el también veterano de guerra Charles Schulz unieron sus fuerzas en 1998 para conmemorar el 54º aniversario del Día D y realizaron conjuntamente una tira de Peanuts, la famosa tira cómica donde aparecían Snoopy, Carlitos y compañía. En ella se ve a la popular mascota, que camina luciendo casco militar sobre la arena de la playa de Omaha para saludar a dos héroes veteranos de la famosa batalla, que resultan ser Willie y Joe.

A través del Camp Newspaper Service (CNS), el Ejército americano también publicó a dibujantes civiles que querían contribuir a la guerra realizando cómics que hicieran más llevadero el servicio a la tropa y distribuyeron dichos trabajos a través de diversos diarios militares. La más importante de estas aportaciones fue Male Call (1943-1946), de Milton Caniff. Su protagonista es Miss Lace, una suerte de pin-up que luce pronunciados escotes y faldas ceñidas para alborozo de una tropa que acostumbra a vigilarla más estrechamente que a sus adversarios alemanes.
El Ejército inglés también contó con un personaje similar llamado Jane Gay, creado por Norman Pett para el tabloide británico The Daily Mirror en el año 1932. Esta rubia británica ganó popularidad gracias a continuos gags que culminaron con una oportuna pérdida de gran parte de la ropa que lleva puesta. Pero la cima de su éxito se alcanzó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando sus aventuras dejaron de transcurrir en la ciudad para trasladarse al frente.
El diario orquestó una campaña publicitaria y contrató a Chrystabel Leighton-Porter para que posase como modelo al natural para Pett en las tiras de Jane. Las fotos de ambos trabajando juntos fueron un éxito total; Leighton-Porter se convirtió en una de las pin-ups más cotizadas del momento, llegando a protagonizar un music hall sobre el personaje que va de tournée por diversas bases militares. El mismísimo Churchill se hizo eco en una ocasión del éxito del personaje, aludiendo a Jane como “el arma secreta de los ingleses para ganar la guerra”.
El 7 de junio de 1944, el tabloide británico abrió a toda página con la noticia del esperado desembarco de Normandía, y Pett decidió celebrarlo dibujando en su tira diaria el primer desnudo integral de Jane. Ese mismo día, el periódico casi triplicó sus ventas habituales y se creó un “chascarrillo” entre la eufórica población inglesa que bromeaba sobre el asunto, dudando si adjudicar el mérito del incremento en las ventas a la excelente noticia militar o a la atrevida tira cómica de prensa.
Los superhéroes del cómic se alistan
El 27 de febrero de 1940 se publica en la revista Look una curiosa aventura titulada “Cómo terminaría Superman la guerra”, en la que el kryptoniano vuela hasta Berlín y Moscú y, agarrando a Hitler y Stalin por la pechera del uniforme, surca los cielos hasta la sede de la Sociedad de Naciones en Ginebra, donde los deposita para ser juzgados.

Esta acción no pasó desapercibida por los alemanes. El 25 de abril de 1940, la Schwarze Korps, revista semanal de las SS, publica un artículo titulado “¡Siegel ataca!”, en el que se califica al autor del cómic y creador de Superman como “un judío intelectualmente circuncidado, creador de un personaje de apariencia inexpresiva, con un bañador rojo y la habilidad de desplazarse volando por el éter”.
Evidentemente, la respuesta nazi no hizo desistir al historietista en su intención de apoyar a la causa aliada, y a lo largo de la guerra publicó numerosos cómics de Superman combatiendo junto a los soldados. Su compromiso con el bando aliado fue tal que en una de sus aventuras muestra al Hombre de Acero animando a la población a adquirir bonos de guerra para ayudar a sufragar los gastos del conflicto.
Por supuesto, tras el bombardeo a Pearl Harbor, la relación entre el cómic de superhéroes y la Segunda Guerra Mundial se intensificó, creándose una pléyade de nuevos superhéroes cuya principal misión era combatir al enemigo nacionalsocialista junto a las tropas americanas.
Los dos personajes más conocidos ideados para dicho fin, y que aún hoy perviven, fueron Wonder Woman y el Capitán América. El uniforme de ambos está directamente inspirado en la bandera yanqui, y ambos se convierten con rapidez en auténticos iconos que ponen de relieve el espíritu patriótico americano.
Otros héroes similares a los anteriores, que hoy han caído en el olvido, son Yankee Doodle Jones, American Crusader, Star- Spangled Kid y su forzudo compañero Stripesy (vestidos con las estrellas y las barras de la bandera, respectivamente), o las heroínas Yankee Girl y Liberty Belle.
Todos ellos jugaron un importante papel a la hora de mantener alta la moral y entretener, tanto en los hogares de los niños estadounidenses como en los cuarteles llenos de jóvenes reclutas que leían asiduamente este tipo de historietas.
Huelga decir que el desembarco de Normandía no podía aparecer en estos cómics, ya que era una operación secreta. Pero en fechas posteriores a la guerra, y con el Día D consagrado en el imaginario popular como la gesta heroica por antonomasia de la contienda, muchos guionistas decidieron relacionar al superhéroe cuyas historias escriben con esta mítica acción militar. Así, por ejemplo, en el número 109 del Capitán América (1969), el héroe miembro de Los Vengadores rememora, junto a Nick Fury, su papel en el desembarco. Y recientemente, el Día D vuelve a aparecer en la aventura Mythos, Captain America nº 1 (2008).

Otro caso interesante es el de Wolverine Vol. 2 nº 34 (1990), en el que Logan, el popular personaje de Lobezno de los X-Men, también evoca ese gran día, en el que participa como miembro del 1er Batallón Canadiense de Paracaidistas que aterriza sobre las playas de Normandía.
El cómic bélico y el Día D en tiempos de la guerra de Vietnam
No se me ocurre nada más opuesto al Día D que la guerra de Vietnam (1955-1975). Si el desembarco de Normandía es una hazaña que incluso en la actualidad se sigue rememorando con los máximos honores militares y políticos, la guerra en la península de Indochina es, básicamente, una herida abierta que Estados Unidos intenta olvidar por todos los medios posibles.
El comic-book vuelve a ocuparse de la guerra, esta vez mediante una doble vía. Por un lado, lanza al mercado toda una serie de colecciones de temática bélica destinadas a inflamar de nuevo el espíritu patriótico del pueblo norteamericano, como ya había hecho en conflictos armados anteriores. Y, a la vez, comienza a introducir críticas más o menos veladas en sus historias respecto a la intervención en la guerra, acercándose a esas voces que terminarán clamando por la salida del país de la contienda.
El modo más sencillo de lograr este doble objetivo consistió en realizar una profunda revisión, aunque bien se podría decir un proceso de mitificación e idealización, en torno a la Segunda Guerra Mundial, en general, y al Día D, en particular. De este modo, la contienda se convirtió en la última guerra justa y noble. Así, por pura comparación, el cómic puede permitirse mostrar las guerras posteriores, como las ocurridas en Corea o Vietnam, con un espíritu más crítico y mucho menos maniqueo.
El sagaz Harvey Kurtzman fue el primero en recuperar el género bélico en tiempos de la guerra de Corea (1950-53). El conocido creador de la revista MAD escribió toda una serie de historias de tipología castrense para la editorial E.C. Comics entre las que destaca Marea (marzo-abril, 1953), que narra la heroica acción de un comando de demolición de la marina americana que, situado a la vanguardia del desembarco en la playa de Omaha, debe abrir una brecha en las defensas nazis por la que pueda avanzar el resto de la tropa.

Sin embargo, este fenómeno no adquirió toda su dimensión hasta que estalló la guerra de Vietnam, momento en el que las principales editoriales de comic-book crearon nuevas colecciones dedicadas a este género. Todas ellas tienen en común que sus protagonistas inician su carrera militar en la Segunda Guerra Mundial y, por supuesto, participan en la más gloriosa de sus acciones militares, el desembarco de Normandía.
Así, por ejemplo, Marvel creó la colección bélica Sgt. Fury y sus comandos aulladores (1963), en cuyo número 2 se narra la participación de este grupo del Ejército en el desembarco de la playa de Omaha, y en el número 59 se retoma el tema focalizándolo en la mano derecha de Fury, su compañero de armas Dum-Dum. La editorial DC hizo lo propio y apostó por el género bélico con la colección Our Army at War (1959), protagonizada por el popular personaje del Sgt. Rock. Aunque su campo de operaciones habitual está en el frente italiano y el norte de África, hay una aventura titulada “I was here before!” (1980) en la que se le traslada para que participe en el desembarco de Normandía.

Otro ejemplo, todavía más evidente, fue el de la editorial Charlton y la colección DDay (1963), centrada específicamente en las diferentes acciones que se desarrollaron en esta operación militar. Sin embargo, la apuesta más interesante que lanzó esta editorial es The guys in the Foxhole (1954), cuya particularidad radica en que lo que se narra son las historias que contaban veteranos de guerra. Se trata de un título que, en cierta medida, huye de la idealización de la guerra para mostrar que un conflicto bélico es algo bien distinto a lo que se podía leer hasta la fecha en los tebeos.
La portada de su número 1, realizada por el gran artista del cómic Jack Kirby (futuro creador del Universo Marvel), hace referencia al Día D y presenta de forma irónica la esencia de esta colección. Kirby estuvo en Normandía (aunque llegó dos semanas después del desembarco para servir en Caen) y pudo ver por sí mismo los restos de las defensas nazis, así como las huellas del reciente conflicto. Dicha imagen se debió grabar en su retina, llevándole a recrear la playa de Omaha en la portada de este tebeo.

En ella vemos a un soldado herido tras el asalto del Día D que escribe a su madre para comunicarle que se encuentra bien. Con amor filial y deseoso de ahorrarle los horrores de la guerra que solo conoce quien la ha visto de cerca, miente diciendo que “la guerra es como un picnic, pues hemos disfrutado de un día de playa”.
Esta imagen se convierte en un icono del género bélico y también del naciente antibelicismo en viñetas. Se trata de la fuente de inspiración a la que recurren el guionista Diego Rosales Galiñanes y el dibujante Stephen B. Scott para crear la ilustración realizada ex profeso para los lectores de MUY Historia y que sirve de sentido homenaje a los cómics bélicos de esta época. En ella se incluye a otro de los personajes de cómic más famosos del género, el sargento Rock.

El Día D desde el presente
Existen diversas obras recientes que se han ocupado del fatídico Día D. Los amantes de la estrategia militar disfrutarán con la saga Operación Overlord (VV. AA., 2014-2019), nombre en clave de la batalla de Normandía. En cada uno de sus primeros cinco volúmenes desarrolla una de sus principales operaciones militares.

Así, el primer álbum, titulado “Sainte-Mère-Église”, se centra en la liberación del citado pueblo normando. El segundo, llamado “Omaha beach”, narra el desembarco en dicha playa. El tercer volumen se ocupa de parte de la operación Tonga; especialmente, tal y como especifica su título, de la toma de “La batería de Merville”. “Comando Keiffer” es el título del cuarto volumen y en él se refleja el papel jugado por el 1er Bataillon de Fusiliers Marins Commandos, el batallón creado por la Francia Libre en Reino Unido en 1942, que comandados por el capitán de corbeta Philippe Kieffer fueron los únicos representantes franceses que pusieron pie en las playas normandas. Por último, el quinto volumen, titulado “Pointe du Hoc”, se ocupa de la toma de la batería situada en lo alto del escarpado acantilado que separa las playas de Omaha de las de Utah.
Existe un álbum titulado “Une nuit au Berghof”, publicado en francés, pero aún inédito en español. Se centra en las reacciones ante el desembarco de Normandía del Reich; en concreto desde el centro de mando alemán situado en el chalet de Hitler en los Alpes bávaros.
Aquí se narran las horas cruciales pasadas en el bando nacionalsocialista al tener noticias del desembarco, haciendo hincapié en todos los errores que se cometieron en la cadena de mando del Ejército alemán al tiempo que se sitúan en la cronología de los hechos las operaciones militares que se narran en los cinco álbumes anteriores.
Quien quiera acercarse a este tema en lengua castellana puede recurrir a las páginas de Don Julio sobre el Día D en la serie Deshechos históricos (2020). Con mucho sentido del humor, pero partiendo en una excelente labor de documentación, analiza la recepción de la noticia del desembarco por el alto mando alemán, ocupándose incluso del papel jugado por el doble espía español Joan Pujol, que consigue hacer creer a los nazis que el ataque a Normandía es solo una distracción de la verdadera ofensiva que llegaría poco después a través del estrecho de Calais.

Otro cómic muy interesante es La noche del Día-D (2010), de Gerardo Balsa y Philippe Zytka, de la editorial Coeditum, que se ocupa de narrar la participación militar de los miles de paracaidistas que en la noche del 5 de junio de 1944 fueron lanzados sobre Normandía para preparar el que sería, horas más tarde, el mayor desembarco de la historia.
Aunque, sin lugar a dudas, mi favorito es Omaha Beach, 6 junio 1944 (2018), de Jean-David Morvan, Séverine Tréfouël y Dominique Bertail, publicado en España por Diábolo Ediciones. Este cómic es fruto de una interesante colaboración entre la Agencia Magnum Photos francesa y la editorial belga de cómics Dupuis.

En sus páginas se narra la historia de las imágenes conocidas como las “11 magníficas”; es decir, las únicas fotografías que se tomaron in situ en el desembarco de Normandía en la playa de Omaha y que debemos a ese maestro de la cámara y corresponsal de guerra que fue Robert Capa.
Este cómic no pone el foco en el desembarco en sí, sino en la labor propia del fotógrafo de guerra, permitiendo apreciar de un modo único la dureza y el peligro que acompañan a este tipo de trabajos fotográficos, en los que la mejor fotografía se consigue estando lo más cerca posible de la acción.
Además, muestra algo que Capa siempre supo: las guerras no solo se libran en el campo de batalla, sino también en periódicos y revistas. En ese terreno, sus imágenes fotográficas se convierten en auténticos iconos para el bando aliado.
La edición de este cómic en castellano incluye además un álbum con las fotografías que tomo el autor en la playa de Omaha, varios artículos sobre la figura del fotógrafo, sobre las citadas imágenes obtenidas el Día D, e incluso un artículo sobre la búsqueda de la identidad del soldado que protagoniza la más icónica de esas instantáneas que Capa tomó agazapado junto a las tropas que soportaban el intenso fuego nazi.
Para terminar, quisiera destacar un cómic bien curioso que se ocupa de una historia poco conocida del desembarco de Normandía. Como es sabido, a pesar de su minuciosa preparación, no todo salió a pedir de boca para los aliados en la operación Overlord, y el cómic Six Days: The Incredible Story of D-Day’s Lost Chapter (2018) decide acercarse a uno de los mayores errores que se cometieron aquel día.

Escrito por Robert Venditti, cuyo tío fue uno de los soldados participantes en la fallida operación, cuenta su historia y la de los otros 179 paracaidistas que, por error, fueron lanzados la noche del Día D a 15 millas al sureste de su objetivo; es decir, muy por detrás de la línea de costa, en pleno corazón del territorio ocupado por las fuerzas enemigas. Por suerte, los soldados aterrizaron cerca de la población de Graignes, donde los aldeanos les socorrieron y prestaron ayuda. Sin embargo, los nazis se dieron cuenta de su presencia y el escaso número de soldados se vio obligado a atrincherarse y hacer frente a las tropas nazis, que eran muy superiores en número. Su esperanza: intentar resistir mientras esperaban la llegada de las tropas aliadas desembarcadas en la costa, algo que no sucedió hasta seis días más tarde.
Distopías nazis
También hay acercamientos interesantes al Día D a través de la creación de ucronías. Desde la ficción, el noveno arte ha imaginado en diversas ocasiones lo inimaginable: un mundo en el que el desembarco de Normandía es un rotundo fracaso para los aliados y, fruto de esa derrota, la historia toma un rumbo muy distinto al que todos conocemos en la actualidad.
Un buen ejemplo se encuentra en el volumen 3 del cómic El Día D, París sector soviético (1993), de Fred Duval, Jean-Pierre Pécau y Gaël Séjourné. En este álbum, el 6 de junio de 1944, una tempestad sin precedentes se desencadena mientras los aliados intentan desembarcar en las playas normandas. En tan solo unas horas, el fracaso es total, de modo que la gran ofensiva contra Alemania arranca tres meses después en las costas de Provenza. Pero los nazis ya están prevenidos y el avance aliado hacia la capital se estanca a la altura de Lyon.
Este retraso permite al Ejército rojo de Iósif Stalin liberar París sin ayuda de ninguna otra potencia militar, y los rusos en solitario ponen fin a la guerra. Así, tras las capitulaciones del Reich, es París, y no Berlín, la que queda dividida en dos a la altura del Sena. La guerra fría comienza y tiene como escenario la capital francesa.

Otro ejemplo interesante es la saga Wunderwaffen (2012-2020), de Richard D. Nolane, como guionista, y Maza, como ilustrador. Como es sabido, tras el desembarco aliado en Normandía, Alemania comienza un lento pero inexorable repliegue. Para mantener vivo el espíritu de victoria, el Dr. Goebbels crea y difunde el concepto de las Wunderwaffen, o “armas milagrosas”, cuya supuesta eficacia militar daría la vuelta a la guerra y terminaría por conducir a Alemania hacia la victoria. Pero el rápido avance de los aliados obliga a invertir todos los recursos del Tercer Reich en la producción de armamento convencional, necesario para hacer frente a las tropas que se encuentran en suelo europeo, de modo que la mayor parte de estos nuevos proyectos son cancelados.
El guionista Richard D. Nolane imagina una historia que hará las delicias de los amantes de la aviación militar, en la que los aliados no consiguen desembarcar en Europa, dando tiempo a los alemanes para desarrollar toda una nueva tecnología.
En esta ucronía, el 6 de junio de 1946, Joseph Goebbels presenta en Normandía las nuevas armas. A pie de playa, y con las naves aliadas desvencijadas en la orilla como testigos mudos de su derrota, vocifera: “Frente a las playas donde la naturaleza destrozó al enemigo hace dos años, sabed que el brazo armado del Reich a partir de ahora se llamará: Wunderwaffen”; y sobre el escenario montado para la ocasión se ve sobrevolar a los primeros prototipos de los nuevos bombarderos intercontinentales Horten H. XVIII.
* Este artículo fue originalmente publicado en la edición impresa de Muy Historia.