Resulta difícil, por no decir imposible, citar una materia en la que el mundo oriental −reunido bajo la religión islámica desde la rápida expansión de esta en el siglo VII− no superase al cristiano occidental en la Edad Media: ocurría en la medicina, pero también en las matemáticas, la astronomía, la química, las letras, las humanidades y su floreciente arte.